miércoles, 24 de agosto de 2011

Historias de rincón.

Se levantó de su triste silla rota y se dirigió a aquel armario que respondía al nombre de botiquín. Con paso de a quien le pesan los años y tiene que arrastrarlos, pero sin tenerlos de verdad, caminó poco a poco sin detenerse.
Su rostro era oscuro, y escondía más secretos de los que nadie podía saber.

Mirando la televisión que se mantenía encendida por hacer ruido, cogió sin mirar unas cuantas cajas de pastillas. las colocó en su mano y volvió a su silla. Y así empezó todo, como niño que mira una película que no entiende comiendo palomitas, él se tomaba una a una las pastillas blancas y de colores que había puesto en su mano.

En unos momentos su cara cambió. sus paredes ya no estaban vacías, sino llenas de notas musicales que bailaban dibujando un espectáculo particular. La televisión hablaba en un idioma, que seguro de ello, sólo él podía entender. Y el mundo tras la ventana parecía cambiar para ser lo que él quería.

Lo único que deseaba era saltar por la ventana, y sentir la sensación de vértigo. Caer, tentar a la gravedad. así, preguntándose porque no hacer lo que el realmente quería, lo hizo. Se dirigió directamente, y sin arrastrar los años a su ventana y se sentó en el borde. Lo que el veía era su mundo, un mar a sus pies, como si alguien hubiese construido su edificio en un nivel de latitud cero.

Cerró los ojos, soltó una carcajada y se tiró.


A las pocas horas despertó. Estaba, como cada domingo, tirado en la acera, al borde de la ventana de bajo B que era su casa. Cuando se sentía sólo, se drogaba. Cuando se sentía drogado, saltaba. No tenía miedo a morir, porque sabía que no iba a hacerlo. Sabía las consecuencias de aquellos saltos, pero a corto plazo, le dejaba el agridulce recuerdo de un mundo distinto y creado por él mismo.



Desesperación o normalidad. Hoy o nunca. Vive normal y muere cada día.

Será que cuando nos acostumbramos al mundo, necesitamos uno nuevo. El único problema, es que puede ser que el nuevo, llegue un día que nos acostumbremos y no nos deje volver...