miércoles, 12 de octubre de 2011

Mis Palabras desde su balcón.

Escucha la música de fondo. Alguien toca para ella. Las notas virtuosas  de un piano lejano se confunden con la profundidad de un violonchelo que les acompaña en su camino, y a ella en su momento.

La ciudad se siente viva. Ella, también. El calor del sol cierra sus párpados para poder sentir con todo su cuerpo lo que le rodea. Desde aquel balcón, se ve el inmenso mar que intuye su fin en el horizonte; y un montón de casas, caminos, árboles y personas que forman las piezas de la ciudad y se dejan llevar por la rotación de un bonito y caprichoso planeta.

Una equivocación era la responsable de que ella se encontrara allí en ese preciso momento. Pero, somos almas en manos de un destino que sabe muy bien lo que hace. Conoce a la perfección las reglas del juego. Y nosotros no somos más que completos ignorantes de sus movimientos.

Ella se dio cuenta, comprendió que hay veces que lo más sabio es equivocarse.

No es absurdo creer que las cosas suceden con un por qué. Ella, se había perdido en miedos y preguntas. En confusión y pura ignorancia.  Y lo más irónico era que eso se había convertido en lo más inteligente. Ella, había pasado días y noches buscando una dirección sin éxito alguno. Había dejado a sus pies caminar, intentar llegar a comprender el motivo y fin de su camino y de sus pasos. Y era ahora, finalmente cuando lo comprendía: volver era su forma de llegar.

Ella, había buscado un sueño entre cajones, en todos los rincones y sin perder la esperanza, hasta en el polvo de las habitaciones. Con miedo de ser una persona sin  sueños, los buscaba por todas partes. Pero, hay veces que no hay nada como mirar a lo lejos, para que la borrosidad de lo que está más cerca, se vuelva absoluta nitidez.

Un paso en vano, que a simple vista era un gran error, se presentaba ante ella con una hoja en blanco donde sólo se podían leer unas palabras, una pregunta que resonaba con eco : ¿Lo ves?

Y ella, tenía la respuesta. Mentalmente era capaz de dibujar en esa hoja su camino, como si  un niño con pintura de dedo  lo hiciese en la pared.

Claridad. Ilusión. Ganas y fuerza se entrelazan con energía y su cuerpo. Todo conocía su razón de ser y ella no quiso entender cómo y porqué sucede cada cosa. simplemente, ya lo hacía.

Y era en ese balcón con música, donde se disparan miles de fotos por minuto, donde se respira a Gaudi en el ambiente, donde ella estaba y dónde sabía que tenía que estar. Porque aquel era el comienzo de un camino, y sus latidos la llevarían con los ojos cerrados, porque sabían donde querían ir... y siempre, lo habían sabido.

:)

domingo, 2 de octubre de 2011

Un abrazo, una borrachera y un trozo de chocolate.

Hay personas que no dejarías de abrazar nunca. Que te quedarías ahí, quieto. Sin mover absolutamente nada más que el diafragma para poder respirar. Abrazos que tocan lo más profundo, que son energía, son de verdad. Abrazos que no olvidas, abrazos que se necesitan porque son como una pequeña pila que recargan la circulación.

Dicen, bebe para olvidar. Curiosa mezcla de borracheras para olvidar y borracheras que recordarás siempre. Para dejar el cuerpo en manos de una noche, para perder la mente en ese pequeño espacio real donde nada está bajo control. Conversaciones, risas y locuras en una mano, mientras la otra sostiene un vaso.

Náhuat, lo llamaban los antiguos mexicanos. El sustituto del placer, lo llaman otros. Un señor llamado Crístobal, lo trajo a España, hace ya unos 509 años. Y como el ser humano, todo evoluciona. Crístobal pasó a ser una estatua a la que recordar, con borracheras o sin ellas. Y el chocolate, pasó a ser eso que tomar cuando nos hace falta un abrazo y no lo tenemos.

Absurdo. Curioso. A veces las cosas que no tienen que ver, forman la mezcla perfecta. Y esa mezcla, es la que se echa en falta, cuando te encuentras en una nueva cama, en una nueva ciudad y con miles de cosas por descubrir, sin saber por donde empezar.

Si alguien tiene una de estas tres cosas, porfavor, envíenlo a Barcelona :).