sábado, 31 de diciembre de 2011

Pinturas de Colores.

Garabateaba con pinturas de colores en la pared. Escribía cosas sin sentido, y los monigotes que salían de sus movimientos de muñeca cobraban vida como si la pintura fuese una simple varita mágica.

Se divertía mirándolo. Miraba como unos monigotes escribían historias que se reflejaban en lo húmedo de sus ojos. Reía, simplemente reía.

Probablemente, su madre tendría algo que objetar al mundo que se estaba creando en la pared de su habitación.  Pero eso no importaba, era su mundo y disfrutaba de él mientras poco a poco cobraba vida. Se acercó un poco más y tocó la pared tímidamente con los dedos. Uno de los monigotes de color morado le tendió la mano y tiró de ella. Y entró. Sí, entró.

Ella lo había creado, lo había dibujado desde su imaginación. Y ahora estaba dentro. Dentro de su mente, y al mismo tiempo, dentro de su mundo. No pensó en ningún momento en cerrar los ojos, no lo hizo.
Sólo pensaba en una cosa, en su mundo, en disfrutar de sus monigotes, y en reír. Empezó en ese momento, en el que lo dibujó y ya no paró.

Puede que saliese de esa pared, puede que nunca hubiese entrado.
 Pero el mundo es lo que creamos nosotros, es lo que queremos ver, sentir o tener. Lo que imaginaría un niño...
 Lo simple, lo que se puede dibujar con pinturas de colores.

martes, 29 de noviembre de 2011

Unas gafas de sol hechas de azúcar.

La niña se bajó cansada y con cierto grado de nervios inscrito en los ojos de aquel tren que había surcado el cielo. No hacía frío. La proximidad del sol calmaba su piel que estaba totalmente empeñada en tiritar. La niña era feliz, estaba donde quería estar. Esperaba vivir en aquel lugar, posado en una nube blanca, un verdadero sueño. Para eso había viajado hasta allí. Los nervios se transformaban en ilusión y en pasos firmes hacia el frente.

Al salir de la estación, un guardia de la estación le paró los pies. Lucía un aspecto perruno y algo turbio. Miraba a la niña por encima del hombro y con las cejas más estiradas de lo normal. "¿A qué has venido?" , le preguntó mientras escribía algo sobre un cuaderno arrugado. La niña, con un nudo en la garganta, se lo explicó. El brillo de sus ojos al contarlo parecía molestar a ese extraño personaje que había interrumpido su camino.  Hubo una pausa. El silencio dejaba paso al sonido del lapicero escribiendo intrépidamente. Tras la pausa, miró a la niña fijamente, soltó una carcajada y dijo con sarcasmo y acidez, "Creo que estás en el sitio equivocado, y el tren no partirá para tí.".

La niña abrió la boca tanto como los ojos, intentando gritar, y luego las lágrimas invadieron sus ojos. se sentó en aquel suelo espumoso. De repente, la nube ya no era blanca, todo era de color gris y la humedad llegaba hasta el tejido óseo. Sólo quería subirse al tren, y volver...

Pero en ese momento, alguien se acercó. Le cogió la mano y le levantó la barbilla. Era otra niña, que sonreía y la miraba con ternura. Llevaba puestas unas extrañas gafas, que simulaban el mismo tejido de ese mundo, pero parecían dulces y comestibles. Sin decir absolutamente una palabra, levantó a la niña que lloraba y puso sobre sus manos unas gafas del mismo tipo que las que ella llevaba puestas. Dudando un poco de todo lo que pasaba, la niña se secó las lágrimas y decidió ponérselas.

Y entonces, todo cambió. La niña de las gafas de azúcar cogió su mano. Y la nube, ya no era gris. La nube había tomado un ligero tono rosa, y los colores de las cosas eran intensos y divertidos. Unas gafas, que dulces en su forma y tacto, volvían el mundo dulce y rosa...

Las niñas no se las quitaron en ningún momento, y sin darse cuenta, el tren volvió a aparecer frente a sus ojos. Ahora era todo diferente, debía volver a casa. La razón de su viaje, no se había cumplido. La razón de su viaje se había perdido prácticamente con la maleta en el tren. Pero eso no importaba, quedaban muchas nubes que visitar. Ahora, se iba de aquella, con nostalgia. No por la nube, no por coger un tren. Había que culpar a esas gafas, a esos colores y a esa niña que le había prestado aquellas gafas de azúcar que habían dado color a lo que parecía totalmente gris.

Por eso, no importa donde vaya esa niña... pero, el color de esa nube no se borrará de su memoria. :)

miércoles, 12 de octubre de 2011

Mis Palabras desde su balcón.

Escucha la música de fondo. Alguien toca para ella. Las notas virtuosas  de un piano lejano se confunden con la profundidad de un violonchelo que les acompaña en su camino, y a ella en su momento.

La ciudad se siente viva. Ella, también. El calor del sol cierra sus párpados para poder sentir con todo su cuerpo lo que le rodea. Desde aquel balcón, se ve el inmenso mar que intuye su fin en el horizonte; y un montón de casas, caminos, árboles y personas que forman las piezas de la ciudad y se dejan llevar por la rotación de un bonito y caprichoso planeta.

Una equivocación era la responsable de que ella se encontrara allí en ese preciso momento. Pero, somos almas en manos de un destino que sabe muy bien lo que hace. Conoce a la perfección las reglas del juego. Y nosotros no somos más que completos ignorantes de sus movimientos.

Ella se dio cuenta, comprendió que hay veces que lo más sabio es equivocarse.

No es absurdo creer que las cosas suceden con un por qué. Ella, se había perdido en miedos y preguntas. En confusión y pura ignorancia.  Y lo más irónico era que eso se había convertido en lo más inteligente. Ella, había pasado días y noches buscando una dirección sin éxito alguno. Había dejado a sus pies caminar, intentar llegar a comprender el motivo y fin de su camino y de sus pasos. Y era ahora, finalmente cuando lo comprendía: volver era su forma de llegar.

Ella, había buscado un sueño entre cajones, en todos los rincones y sin perder la esperanza, hasta en el polvo de las habitaciones. Con miedo de ser una persona sin  sueños, los buscaba por todas partes. Pero, hay veces que no hay nada como mirar a lo lejos, para que la borrosidad de lo que está más cerca, se vuelva absoluta nitidez.

Un paso en vano, que a simple vista era un gran error, se presentaba ante ella con una hoja en blanco donde sólo se podían leer unas palabras, una pregunta que resonaba con eco : ¿Lo ves?

Y ella, tenía la respuesta. Mentalmente era capaz de dibujar en esa hoja su camino, como si  un niño con pintura de dedo  lo hiciese en la pared.

Claridad. Ilusión. Ganas y fuerza se entrelazan con energía y su cuerpo. Todo conocía su razón de ser y ella no quiso entender cómo y porqué sucede cada cosa. simplemente, ya lo hacía.

Y era en ese balcón con música, donde se disparan miles de fotos por minuto, donde se respira a Gaudi en el ambiente, donde ella estaba y dónde sabía que tenía que estar. Porque aquel era el comienzo de un camino, y sus latidos la llevarían con los ojos cerrados, porque sabían donde querían ir... y siempre, lo habían sabido.

:)

domingo, 2 de octubre de 2011

Un abrazo, una borrachera y un trozo de chocolate.

Hay personas que no dejarías de abrazar nunca. Que te quedarías ahí, quieto. Sin mover absolutamente nada más que el diafragma para poder respirar. Abrazos que tocan lo más profundo, que son energía, son de verdad. Abrazos que no olvidas, abrazos que se necesitan porque son como una pequeña pila que recargan la circulación.

Dicen, bebe para olvidar. Curiosa mezcla de borracheras para olvidar y borracheras que recordarás siempre. Para dejar el cuerpo en manos de una noche, para perder la mente en ese pequeño espacio real donde nada está bajo control. Conversaciones, risas y locuras en una mano, mientras la otra sostiene un vaso.

Náhuat, lo llamaban los antiguos mexicanos. El sustituto del placer, lo llaman otros. Un señor llamado Crístobal, lo trajo a España, hace ya unos 509 años. Y como el ser humano, todo evoluciona. Crístobal pasó a ser una estatua a la que recordar, con borracheras o sin ellas. Y el chocolate, pasó a ser eso que tomar cuando nos hace falta un abrazo y no lo tenemos.

Absurdo. Curioso. A veces las cosas que no tienen que ver, forman la mezcla perfecta. Y esa mezcla, es la que se echa en falta, cuando te encuentras en una nueva cama, en una nueva ciudad y con miles de cosas por descubrir, sin saber por donde empezar.

Si alguien tiene una de estas tres cosas, porfavor, envíenlo a Barcelona :).

miércoles, 24 de agosto de 2011

Historias de rincón.

Se levantó de su triste silla rota y se dirigió a aquel armario que respondía al nombre de botiquín. Con paso de a quien le pesan los años y tiene que arrastrarlos, pero sin tenerlos de verdad, caminó poco a poco sin detenerse.
Su rostro era oscuro, y escondía más secretos de los que nadie podía saber.

Mirando la televisión que se mantenía encendida por hacer ruido, cogió sin mirar unas cuantas cajas de pastillas. las colocó en su mano y volvió a su silla. Y así empezó todo, como niño que mira una película que no entiende comiendo palomitas, él se tomaba una a una las pastillas blancas y de colores que había puesto en su mano.

En unos momentos su cara cambió. sus paredes ya no estaban vacías, sino llenas de notas musicales que bailaban dibujando un espectáculo particular. La televisión hablaba en un idioma, que seguro de ello, sólo él podía entender. Y el mundo tras la ventana parecía cambiar para ser lo que él quería.

Lo único que deseaba era saltar por la ventana, y sentir la sensación de vértigo. Caer, tentar a la gravedad. así, preguntándose porque no hacer lo que el realmente quería, lo hizo. Se dirigió directamente, y sin arrastrar los años a su ventana y se sentó en el borde. Lo que el veía era su mundo, un mar a sus pies, como si alguien hubiese construido su edificio en un nivel de latitud cero.

Cerró los ojos, soltó una carcajada y se tiró.


A las pocas horas despertó. Estaba, como cada domingo, tirado en la acera, al borde de la ventana de bajo B que era su casa. Cuando se sentía sólo, se drogaba. Cuando se sentía drogado, saltaba. No tenía miedo a morir, porque sabía que no iba a hacerlo. Sabía las consecuencias de aquellos saltos, pero a corto plazo, le dejaba el agridulce recuerdo de un mundo distinto y creado por él mismo.



Desesperación o normalidad. Hoy o nunca. Vive normal y muere cada día.

Será que cuando nos acostumbramos al mundo, necesitamos uno nuevo. El único problema, es que puede ser que el nuevo, llegue un día que nos acostumbremos y no nos deje volver...

miércoles, 20 de julio de 2011

Con la mente en la maleta.

Siempre me gustaron los aeropuertos. Sí, ese sitio frío, con gente seria y estirada con maletas. Con sus interminables pasillos y voces ásperas por el megáfono. Un sitio gris, limpio y organizado; donde la espera, la despedida y el sentimiento de lejanía se siente cada vez más cercana en cada mirada a los monitores de las salidas de los vuelos.

Pero a mí, siempre me gustaron los aeropuertos. Los abrazos de bienvenida, las lágrimas que separan o que unen, las miradas de búsqueda cuando sales por la puerta, y los ratos de espera observando a la gente perdida que busca con prisa sus vuelos.
Me fascina la idea de estar volando a cientos de kilómetros por hora y alcanzar sitios lejanos en tan solo un rato...Siempre he dicho que la distancia es relativa. Y es que, no está tan lejos el horizonte. Y, no importa lo lejos que estés.

A mi hoy, no me importa donde pueda encontrarme. Solo pienso en el significado del lugar que ocupamos cada instante. Pero es que, es mi mente la que se encuentra ahora en algún mundo paralelo al que no estoy segura que se pueda llegar en avión. No se si está perdida o viajando a algún sitio lejano que sólo ella entiende....

A veces, creo que no puedo saber donde está, donde se encuentra, o donde quiere llevarme... Sentimientos transformados en pensamientos que quieren huir lejos, evaporarse o incluso quedarse en su lugar.
Mejor, piénsalo dos veces, dicen. O quizás no. Ve al aeropuerto y coge el primer avión que salga, da igual hacia qué horizonte. Fácil, simple, vuela.

Será cuestión de entrar por la puerta de embarque adecuada...



Pensamientos de bolsillo... :)

lunes, 20 de junio de 2011

Estúpidas lágrimas sin sentido y con necesidad

No era más que un rostro mojado, sin significado ni esperanza. Tiró los pañuelos a la mesilla con el mismo desdén que desechaba sus pensamientos. Pensamientos frios, en la primera noche de verano. Necesidad o rutina. Pero de vez en cuando eran cosas que se acumulaban en su mente y en su habitación.
Había que sacarlo, y las lagrimas aunque transparentes escondían secretos y recuerdos que ni ella misma creía. Papel mojado, sin más. Porque no iban a parar a ninguna parte. Una mente conglomerada de ideas, de pensamientos y emociones que se peleaban por salir en aquella extraña y sucia sensación. Pero sólo hacía falta hacer un poco de hueco.
Porque según tocaban el exterior, morían. Porque la día siguiente saldría el sol, y el alivio del sueño acabaría con los restos. Porque eran sólo palabras, que no se dejaban comprender, porque en el fondo carecían de algún sentido.
Ya está, su piel esta seca. En unos pocos segundos, podrá sonreir. Mañana el sol, limpiará la osada y ligera estupidez que quede en los rincones.

miércoles, 15 de junio de 2011

Una estrella caída desde el cielo

El pequeño pajarito se paró sobre la roca, cansado de volar. Las alas le pesaban, sus plumas no eran lo que se puede decir ligeras y lo único que su cerebro le permitía era entreabrir el pico para dejar entrar algo de oxígeno.
Triste y afligido, observó el horizonte. Un bonito atardecer. Aunque a él no le gustaba la oscuridad. Más bien , le asustaba. Todas las noches, para no sentirse solo, intentaba jugar a que conversaba con las estrellas. Les contaba que le encantaría estar siempre en el cielo, siempre volando. Pero tenía un pequeño problema, no sabía en qué dirección volaría, porque no sabía a donde quería llegar.

En aquella noche, despejada y sin nubes, un pequeño destello se hizo para sus minúsculos ojos cada vez más grande. Intentó esconderse, pero la luz se aproximaba cada vez más a él. Con sus suaves y pequeñas alas trató de taparse los ojos pero cuando se quiso dar cuenta , tenía frente a él una pequeña estrella que le sonreía con ojos brillantes.

- ¿Por qué te escondes? Soy con la que hablas todas las noches. ¿No me reconoces?

el pajarito se asomó por encima de sus alas que cubrían su cabeza y aún temblando contestó:

- ¿De verdad puedes escucharme?

La estrella sonrió y asintió con su luminoso cuerpo que recordaba una gran forma hecha con purpurina.
El pajarito rodeó a la estrella una y otra vez, mirándola con asombro. Le encantaba como brillaba, la fuerza que desprendía y lo bella que parecía en un mundo sin color. Su energía expulsaba seguridad, grandeza y alegría.

- Jo, ¡ Qué preciosa eres!- le dijo el pajarito casi conteniendo el aliento.
- Tu también eres muy bonito, además sabes volar.- le contestó risueña.
- Pero me canso de volar, porque no se donde puedo ir.- Se escucharon su palabras como un ligero suspiro.
- No importa donde vayas, algún día descubrirás donde quieres ir. No importa el lugar, importa tu vuelo.
El pajarito, asombrado y extrañado por no saber si entendía del todo sus palabras, la miró fijamente y la escuchó.
- Yo siempre he querido estar en el cielo, siempre he querido brillar. Pero... no ha sido fácil llegar hasta allí. Porque los mejores caminos, son los complicados. Pero son realmente hermosos cuando son lo que quieres. No importa cuanto cueste, si lo que quieres está al final. Yo al principio, no era más que un destello, pero la ilusión y el esfuerzo te van impulsando hacia arriba. Los sueños te hacen crecer y poco a poco me fui haciendo grande, cada vez más grande hasta que encontré mi lugar en el cielo y entonces supe, que cada día brillaría con todas mis fuerzas, con todas mis ganas. Porque era allí donde quería estar.

El pajarito, con lágrimas en los ojos de emoción, quiso tener un sueño. Quiso ser como aquella estrella que había luchado por volar hasta  lo más alto. Él volaba todos los días, pero sin rumbo. Ella había conseguido volar en su dirección y se había hecho tan grande que se podía observar desde la tierra cada noche.

- Volaré, por encontrar un sueño, por seguir un camino y aunque no soy una estrella, poder brillar como tú.- Dijo él orgulloso de la estrella, de su brillo y de lo que aquél astro le había enseñado.

En ese momento, la estrella le sonrió y empezó a levitar. Por momentos, y tal como le había contado a él, se fue haciendo cada vez más grande.

El  pajarito la vio crecer, la vio elevarse y hacerse gigante y hermosa. Se había dado cuenta de como desde una estrella de su tamaño había logrado ser una gran estrella que brillaba en el cielo de cada noche. El pajarito volaría todos los días, y le contaría a la estrella por las noches lo que fuese sucediendo, porque se apoyaría en sus palabras, y sobretodo en su ejemplo. Le había enseñado a crecer. ahora, querría ser el pájaro más grande del mundo, que al igual que las estrellas que pueden verse desde la tierra de noche, alguien pudiese verle desde el suelo de día cruzando por el cielo...


En ese momento, sonó el teléfono. Dejé de mirar el cielo nocturno, sacudí un poco mi cabeza y volví a la realidad escapando de mi imaginación, sin olvidarme de dejar la puerta abierta.
 Me sentí aquel pájaro que quería volar,  pensando y admirando poco a poco cada vez más a  aquella persona que se había hecho, delante de mis ojos,tan tan grande como aquella estrella... :)

miércoles, 1 de junio de 2011

Cosas que No Importan.

No pretendia invadir su intimidad, pero me cole despacito en su esencia. Porque son los detalles los que hacen algo especial y las personas las que dan vida a una ciudad.

Asi, en un martes nublado en el que la gente corre y se empuja por entrar un tren subterraneo y las prisas por llegar al trabajo buscan el exito en los bolsillos; solo tuve que sentarme en las entranas de St James Park, para descubrir que la ternura y lo esencial se encuentra en todas partes.
 Respire aquel aire menos contaminado y me dedique a observar. Poco a poco, Londres me dejo entrar en su interior sin darme apenas cuenta.

Aparecio a mis pies un pequeno papel doblado, que me dispuse a leer:

 La gente suele decir que soy una ciudad seria, educada, donde hace frio. Que soy gris, que no hay lugar para lo calido en mis calles. Y eso en realidad me pone triste, yo no quiero ser asi. 
Por eso, a veces me gusta mirar mi Lista de Cosas que No Importan; donde escribo las cosas que veo en mi interior y que pasan sin que nadie se de cuenta. 

Sin saber muy bien que estaba leyendo, necesitaba saber cual era esa lista de la que se hablaba, asi que continue con Lista de Cosas que No Importan:

Una pareja de ancianos se dan la mano sentados en un banco. Ella apolla su cabeza en el hombre de el. El acaricia su mano mientras miran el agua.

Una nina regana a los pajaritos que no se comen los trocitos de pan que les echa. Luego se rie al asustarlos cuando se acercan a intentar comerlo.

Un nino pequeno examina el pelo y la piel de otro nino de color de su misma edad al que acaba de conocer para jugar en el parque. Le fascina que sean diferentes.

Una pareja de adolescentes, aprenden a besarse con timidez tumbados en el cesped.

Una mujer sonrie mientras mira fijamente a un musico que con un violin toca Love Story en mitad de una plaza sin que nadie le preste atencion.

Un hombre serio, de traje se entusiasma am ver como una ardilla come de su mano. Ha conseguido algo hoy.

Una chica se para en mitad de la multitud que sale del metro para mirar como otra chica toca la guitarra en los pasillos mientras descubre como esa musica da sentido a su dia.

Un padre llora timidamente y abraza a su hijo mayor, que con maletas empieza un nuevo camino...


Miradas, conversaciones, abrazos... que pasan desapercibidos y que al igual que no importan, yo seguire siendo como me ven. Aun asi, escribo esta nota para aquel que quiera ver mas alla. Porque la ternura esta siempre cerca, y solo aparece si le haces caso y te paras a mirarla. Da igual donde estes, en un mundo donde cada paso se mecaniza, luchan por sobrevivir cosas como estas para disfrutar del mundo de otra manera...


Entonces, me desperte. Todo habia sido un sueno. No existia esa nota, pero todo aquello estaba a mi alrededor; Quizas yo miraba el mundo en ese momento, con otra perspectiva y como habia leido en mi sueno; disfrutaba Londres... de otra manera. :)









viernes, 27 de mayo de 2011

Nana.

Star light, star bright; first star i see tonight, wish i may, wish i might, wish upon a star tonight...

Unica frase escrita en la contraportada del libro que tenia en mis manos. La lei un par de veces y me quede pensando con la sonrisa de quien no comprende lo que sucede, pero se encuentra bien.
  El ser humano trata de entenderlo todo siempre, pero yo creo que a veces es mejor dejarse llevar.

 Aquel dia, sali a la calle. Llovia. Una lluvia fina que empapaba hasta los huesos. Pero no me importaba, no habia venido a Londres a  buscar el sol. Llegue al bohemio y antiguo mercado de Portobelo road, en Notting Hill, mas que ligeramente mojada. Una calle llena de tiendas donde si lo que se vende es nuevo, no es normal. Ropa, cauadros y juguetes de segunda o tercera mano, que atraen cada dia a personas que buscan comprar algo mas que un recuerdo. Cosas que trasladan a decadas pasadas o que con tocarlas te trasladan al rincon donde solias jugar cuando eras un nino.

Pues alli, en el lugar donde una sola estanteria te puede entretener horas, decidi entrar por la lluvia en un estrecho local que me llamo la atencion. Era una curiosa libreria, donde libros viejos cubrian las pareces; los rincones e incluso el suelo. Se escuchaba una suave cancion en tono de blues y a pesar de que estaba llena, no se escuchaba una sola voz. El silencio dejaba paso a las historias y fantasia que flotaban en el ambiente.

Empece  a mirar los libros, y uno atrajo mi atencion: Nana, de Emile Zola; Era una encuadernacion antigua y de color rosa. Sin saber porque, lo cogi y lo mantuve en mi mano mientras comence a observar los lomos de sus companeros de estanteria.

Cuando ya me dolia el cuello de inclinar la cabeza para leer los titulos en vertical, ocurrio algo que cambio aquel instante. El silencio se rompio por una nina de no mas de 7 anos de edad que en su perfecto ingles le insistia a su madre, que no queria estar en aquel lugar. Aun asi, la madre decidio no hacer caso. La nina, comenzo a sacar y meter libros de la estanteria a mi lado, mientras hablaba jugando consigo misma.En ese momento, deje el libro de Nana que tenia en mis manos para alcanzar otro y me di cuenta que no era la unica a la que ese libro le habia llamado la atencion. La nina tiro del libro que yo acababa de dejar, subiendose a las puntillas de sus pies y se llevo consigo unos cuantos mas que calleron al suelo. Me miro con sus grandes ojos grises y azulados y me agache para recogerlos. Guardamos algunos libros, menos uno que se quedo en sus manos. Y en ese momento, su madre, algo enfadada tiro de ella para sacarla de la tienda. Ella, me brindo el libro que sujetaba y se fue.

Wish I may. Lei el titulo. Decidi comprarlo y salir a la calle. Habia dejado de llover y el sol intentaba hacerse un hueco entre las nubes. Y fue entonces cuando, sin poder olvidar el titulo de Nana, lei la contraportada del libro que sujetaba.

Esto me hizo ponerme a pensar en las cosas que nos suceden porque si. Podria preguntarme poraue entre en ese momento alli, podria intentar pensar porque cogi aquel libro titulado Nana que luego llamo la atencion de la nina.  Y podria buscar el poraue de aquella casualidad que dejo este libro en mis manos. Pero al fin y al cabo, nadie sabe porque ocurren estas cosas, nadie puede explicar la razon de la casualidad; de porque perdemos autobuses,  nos dejamos las llaves o nos chocamos con alguien sin querer. Puede que sean simples coincidencias, puede que no sea nada trascendental. Pero esos detalles van tejiendo nuestra vida minusculamente, nos hacen estar en un lugar en un momento oportuno o conocer a alguien que ha llegado a ese lugar inexplicablemente al mismo tiempo.

Por eso compre aquel libro. Destino o  casualidad. Casualidad o destino lo llevaron hasta mis manos y... yo, no voy a llevarles la contraria.





(Las faltas y la ausencia de la enie es causa de un teclado extranjero. Lo corregire ^^)

domingo, 22 de mayo de 2011

En busca de movimientos diferentes.

La vida es movimiento, el mundo también. Lo inerte es estático, y nada de lo que se mueva alrededor puede provocar un sólo cambio en ese estado. 


Cada partícula que forma los cuerpos emite un recorrido. Ese recorrido provoca cambios en ella misma y en las demás que se aproximan o chocan contra ella. Y eso lleva a lo que físicamente se conoce como causa y efecto. 
Al igual que las partículas, los cuerpos continúan el mismo esquema. Se mueven, chocan o se aproximan con otros cuerpos y esto provoca estados diferentes. El estado al que se llegue, depende del movimiento de todo lo demás. Es simple. 


Pero, conseguir lo simple es complicado. Conseguir un movimiento adecuado, también lo es. Aunque lo que sea adecuado o no, es totalmente relativo. 


No quiero entender los movimientos, no pretendo buscar o condicionar los míos. Sólo dejarme llevar. Si los movimientos forman la vida, y crean el tiempo; dejaré que mis partículas interactuen con otras diferentes.

jueves, 5 de mayo de 2011

Pasión.

Nunca supe dar menos que demasiado. Lo sentía, lo notaba en el interior. Nunca quise que parase ese momento, escuchaba y me movía. La música, un espejo y unas zapatillas eran todo el atrezzo que formaban mi escena y mi escenario. El suelo y la luz eran únicamente parte del tiempo, que se encontraba parado para mí en esos instantes. No importaba el mundo, porque olvidé si seguía girando o no. No era relevante absolutamente nada ajeno a ese momento. El calor, el sudor y la piel desprendían mi energía. La respiración se entrecortaba  pero nada podría pararlo. No almenos en esos momentos...

Estaba bailando. Sentía la música y el cuerpo seguía su compás.

Pasión por aquel momento, pasión… en ese momento por la vida.

Desde el interior.

Hoy no hago más que pensar en ti… dibujó con un palo en la arena del parque una niña. Tendría unos seis o siete años y el poco aire que soplaba levantaba su brillante pelo, dejando ver unos tristes ojos. 
-         ¿por qué estás triste?- le preguntó el perro que olisqueaba sus pies.

-         No estoy triste, solo dibujo. Los adultos hacen eso, siempre piensan en alguien, en alguna persona que no esta con ellos, o alguna que si que lo está, pero siempre tienen a alguien en su cabeza.

-         Pero, tu eres una niña, no intentes hacer las cosas que hacen los adultos porque no las entenderás- dijo el perro extrañado de la niña.

-         No, te equivocas, ellos son los que no entienden nada. Se creen que el mundo es algo que se puede comprender, pero no es así. No entienden lo bonito que puede ser escribir en la arena y luego borrarlo, o hacer una casa con palos tal y como cada uno quiera. ¿ves a aquel niño de allí? Llora, pero llora porque se le ha roto el cubo, y ahora todo lo que meta se le volverá a caer, y no sabe como arreglar ese agujero. Ese es su gran problema, y ¿ves a aquella niña? Ríe, ríe porque acaba de vencer su miedo y ha sido capaz de tirarse por el tobogán. Esto, que ves a tu alrededor es el mundo, y solo lo comprendemos los niños, los adultos han olvidado todas estas cosas.

-         ¿y tu? Ríes, lloras… ¿tu que haces?- preguntó el perro asombrado.

-         Yo, sólo soy esa niña que llevan dentro todos los adultos, que intenta hacerles ver, en un intento continuo y fallido, lo que el mundo significa, que intenta dejarse ver para hacer que todo sea un poco más fácil y que la mayoría ha escondido muy bien en algún rincón de su interior…
-        
El perro lamió a la niña en la mano, y ella le abrazó. Luego desaparecieron….

El parque, estaba vacío. Solo estaba yo, la niña y el perro solo habían sido fruto de mi imaginación en un momento en el que pensaba si aun era una niña o ya me había convertido en adulto.

Borré con el pie aquello que yo misma había escrito, y me levanté sonriendo. Pensando, en lo mágica que es la imaginación, y en que sin ella y sin la niña que a menudo me da golpecitos por dentro…no sería realmente yo.

Pólvora de Colores. (Mi corto)


Idea y Guión original: Beatriz Solana.

martes, 3 de mayo de 2011

Cosas ligeras para pensamientos pesados...

Que ilógicos somos cuando intentamos comportarnos de la forma más lógica posible. Sólo hay que ser uno mismo, dicen. Es tan simple como la paradoja de “intenta ser espontáneo”.
Es algo esencial, y a la vez lo más difícil que hay porque vivimos en un extraño planeta donde nadie puede ser lo que es. Déjate llevar, sigue tus impulsos, compórtate como sientes y luego recibe un golpe. Ahora sigue las instrucciones: levántate, límpiate la mierda, sonríe y sigue aguantando.  No hay más. Quizás, nadie nunca ha intentado explicar cómo se puede ser uno mismo en un lugar donde nadie te deja serlo.
Que grande es la satisfacción de creer que no te has equivocado. Momentánea seguramente, porque bastarán unos segundos para cambiar de opinión.
 Lo estás haciendo bien, piensas. Sí, muy bien, estás siendo tú. Mides las palabras, las miradas y sonríes. Controlas, calculas y llevas acabo la acción que consideras correcta.
Todo parece ir bien. De repente, todo se da la vuelta. Y los pensamientos, en cajones ordenados terminan siendo un cajón de calcetines revueltos. ¿Qué has hecho mal? Te preguntas. No entiendes nada. Imposible entender algo que se escapa de ese diez por ciento utilizable de la mente humana.  Sólo has sido tú. He ahí la cuestión y el problema. No hay más. Ahora toca lo siguiente, relájate y piensa qué es lo que no entra en el concepto de “ser tú” que falta. A ver si así, la próxima vez lo incluyes y las cosas no salen así. Bien, acabas de cambiar. Y así, una y otra vez, prueba tras prueba lo irás comprobando. Lo ha hecho el mundo, o lo has hecho tú, pero te demuestras que no puedes ser aquello que te habían dicho que siempre fueses. Tú mismo.