domingo, 2 de octubre de 2011

Un abrazo, una borrachera y un trozo de chocolate.

Hay personas que no dejarías de abrazar nunca. Que te quedarías ahí, quieto. Sin mover absolutamente nada más que el diafragma para poder respirar. Abrazos que tocan lo más profundo, que son energía, son de verdad. Abrazos que no olvidas, abrazos que se necesitan porque son como una pequeña pila que recargan la circulación.

Dicen, bebe para olvidar. Curiosa mezcla de borracheras para olvidar y borracheras que recordarás siempre. Para dejar el cuerpo en manos de una noche, para perder la mente en ese pequeño espacio real donde nada está bajo control. Conversaciones, risas y locuras en una mano, mientras la otra sostiene un vaso.

Náhuat, lo llamaban los antiguos mexicanos. El sustituto del placer, lo llaman otros. Un señor llamado Crístobal, lo trajo a España, hace ya unos 509 años. Y como el ser humano, todo evoluciona. Crístobal pasó a ser una estatua a la que recordar, con borracheras o sin ellas. Y el chocolate, pasó a ser eso que tomar cuando nos hace falta un abrazo y no lo tenemos.

Absurdo. Curioso. A veces las cosas que no tienen que ver, forman la mezcla perfecta. Y esa mezcla, es la que se echa en falta, cuando te encuentras en una nueva cama, en una nueva ciudad y con miles de cosas por descubrir, sin saber por donde empezar.

Si alguien tiene una de estas tres cosas, porfavor, envíenlo a Barcelona :).

No hay comentarios:

Publicar un comentario