miércoles, 15 de junio de 2011

Una estrella caída desde el cielo

El pequeño pajarito se paró sobre la roca, cansado de volar. Las alas le pesaban, sus plumas no eran lo que se puede decir ligeras y lo único que su cerebro le permitía era entreabrir el pico para dejar entrar algo de oxígeno.
Triste y afligido, observó el horizonte. Un bonito atardecer. Aunque a él no le gustaba la oscuridad. Más bien , le asustaba. Todas las noches, para no sentirse solo, intentaba jugar a que conversaba con las estrellas. Les contaba que le encantaría estar siempre en el cielo, siempre volando. Pero tenía un pequeño problema, no sabía en qué dirección volaría, porque no sabía a donde quería llegar.

En aquella noche, despejada y sin nubes, un pequeño destello se hizo para sus minúsculos ojos cada vez más grande. Intentó esconderse, pero la luz se aproximaba cada vez más a él. Con sus suaves y pequeñas alas trató de taparse los ojos pero cuando se quiso dar cuenta , tenía frente a él una pequeña estrella que le sonreía con ojos brillantes.

- ¿Por qué te escondes? Soy con la que hablas todas las noches. ¿No me reconoces?

el pajarito se asomó por encima de sus alas que cubrían su cabeza y aún temblando contestó:

- ¿De verdad puedes escucharme?

La estrella sonrió y asintió con su luminoso cuerpo que recordaba una gran forma hecha con purpurina.
El pajarito rodeó a la estrella una y otra vez, mirándola con asombro. Le encantaba como brillaba, la fuerza que desprendía y lo bella que parecía en un mundo sin color. Su energía expulsaba seguridad, grandeza y alegría.

- Jo, ¡ Qué preciosa eres!- le dijo el pajarito casi conteniendo el aliento.
- Tu también eres muy bonito, además sabes volar.- le contestó risueña.
- Pero me canso de volar, porque no se donde puedo ir.- Se escucharon su palabras como un ligero suspiro.
- No importa donde vayas, algún día descubrirás donde quieres ir. No importa el lugar, importa tu vuelo.
El pajarito, asombrado y extrañado por no saber si entendía del todo sus palabras, la miró fijamente y la escuchó.
- Yo siempre he querido estar en el cielo, siempre he querido brillar. Pero... no ha sido fácil llegar hasta allí. Porque los mejores caminos, son los complicados. Pero son realmente hermosos cuando son lo que quieres. No importa cuanto cueste, si lo que quieres está al final. Yo al principio, no era más que un destello, pero la ilusión y el esfuerzo te van impulsando hacia arriba. Los sueños te hacen crecer y poco a poco me fui haciendo grande, cada vez más grande hasta que encontré mi lugar en el cielo y entonces supe, que cada día brillaría con todas mis fuerzas, con todas mis ganas. Porque era allí donde quería estar.

El pajarito, con lágrimas en los ojos de emoción, quiso tener un sueño. Quiso ser como aquella estrella que había luchado por volar hasta  lo más alto. Él volaba todos los días, pero sin rumbo. Ella había conseguido volar en su dirección y se había hecho tan grande que se podía observar desde la tierra cada noche.

- Volaré, por encontrar un sueño, por seguir un camino y aunque no soy una estrella, poder brillar como tú.- Dijo él orgulloso de la estrella, de su brillo y de lo que aquél astro le había enseñado.

En ese momento, la estrella le sonrió y empezó a levitar. Por momentos, y tal como le había contado a él, se fue haciendo cada vez más grande.

El  pajarito la vio crecer, la vio elevarse y hacerse gigante y hermosa. Se había dado cuenta de como desde una estrella de su tamaño había logrado ser una gran estrella que brillaba en el cielo de cada noche. El pajarito volaría todos los días, y le contaría a la estrella por las noches lo que fuese sucediendo, porque se apoyaría en sus palabras, y sobretodo en su ejemplo. Le había enseñado a crecer. ahora, querría ser el pájaro más grande del mundo, que al igual que las estrellas que pueden verse desde la tierra de noche, alguien pudiese verle desde el suelo de día cruzando por el cielo...


En ese momento, sonó el teléfono. Dejé de mirar el cielo nocturno, sacudí un poco mi cabeza y volví a la realidad escapando de mi imaginación, sin olvidarme de dejar la puerta abierta.
 Me sentí aquel pájaro que quería volar,  pensando y admirando poco a poco cada vez más a  aquella persona que se había hecho, delante de mis ojos,tan tan grande como aquella estrella... :)

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