Había que sacarlo, y las lagrimas aunque transparentes escondían secretos y recuerdos que ni ella misma creía. Papel mojado, sin más. Porque no iban a parar a ninguna parte. Una mente conglomerada de ideas, de pensamientos y emociones que se peleaban por salir en aquella extraña y sucia sensación. Pero sólo hacía falta hacer un poco de hueco.
Porque según tocaban el exterior, morían. Porque la día siguiente saldría el sol, y el alivio del sueño acabaría con los restos. Porque eran sólo palabras, que no se dejaban comprender, porque en el fondo carecían de algún sentido.
Ya está, su piel esta seca. En unos pocos segundos, podrá sonreir. Mañana el sol, limpiará la osada y ligera estupidez que quede en los rincones.
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