miércoles, 20 de julio de 2011

Con la mente en la maleta.

Siempre me gustaron los aeropuertos. Sí, ese sitio frío, con gente seria y estirada con maletas. Con sus interminables pasillos y voces ásperas por el megáfono. Un sitio gris, limpio y organizado; donde la espera, la despedida y el sentimiento de lejanía se siente cada vez más cercana en cada mirada a los monitores de las salidas de los vuelos.

Pero a mí, siempre me gustaron los aeropuertos. Los abrazos de bienvenida, las lágrimas que separan o que unen, las miradas de búsqueda cuando sales por la puerta, y los ratos de espera observando a la gente perdida que busca con prisa sus vuelos.
Me fascina la idea de estar volando a cientos de kilómetros por hora y alcanzar sitios lejanos en tan solo un rato...Siempre he dicho que la distancia es relativa. Y es que, no está tan lejos el horizonte. Y, no importa lo lejos que estés.

A mi hoy, no me importa donde pueda encontrarme. Solo pienso en el significado del lugar que ocupamos cada instante. Pero es que, es mi mente la que se encuentra ahora en algún mundo paralelo al que no estoy segura que se pueda llegar en avión. No se si está perdida o viajando a algún sitio lejano que sólo ella entiende....

A veces, creo que no puedo saber donde está, donde se encuentra, o donde quiere llevarme... Sentimientos transformados en pensamientos que quieren huir lejos, evaporarse o incluso quedarse en su lugar.
Mejor, piénsalo dos veces, dicen. O quizás no. Ve al aeropuerto y coge el primer avión que salga, da igual hacia qué horizonte. Fácil, simple, vuela.

Será cuestión de entrar por la puerta de embarque adecuada...



Pensamientos de bolsillo... :)

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