Nunca supe dar menos que demasiado. Lo sentía, lo notaba en el interior. Nunca quise que parase ese momento, escuchaba y me movía. La música, un espejo y unas zapatillas eran todo el atrezzo que formaban mi escena y mi escenario. El suelo y la luz eran únicamente parte del tiempo, que se encontraba parado para mí en esos instantes. No importaba el mundo, porque olvidé si seguía girando o no. No era relevante absolutamente nada ajeno a ese momento. El calor, el sudor y la piel desprendían mi energía. La respiración se entrecortaba pero nada podría pararlo. No almenos en esos momentos...
Estaba bailando. Sentía la música y el cuerpo seguía su compás.
Pasión por aquel momento, pasión… en ese momento por la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario